Cuando comer se convierte en un desafío
En este artículo, con el respaldo de la nutricionista Carolina Díaz (@nutri.carolinadiazc), exploramos la selectividad alimentaria en adultos, un trastorno de la conducta alimentaria, sus causas, su impacto en la salud y estrategias para diversificar la alimentación de manera efectiva.
¿Qué es la selectividad alimentaria en adultos?

La selectividad alimentaria en adultos se refiere a una preferencia restringida por ciertos alimentos, evitando otros debido a su textura, sabor, olor, temperatura o apariencia. Aunque comúnmente se asocia con la infancia, muchas personas adultas enfrentan dificultades para diversificar su dieta. Esto puede afectar la ingesta de nutrientes esenciales y la calidad de vida.
Según Carolina, "la selectividad alimentaria no es una simple preferencia, sino que en muchos casos responde a factores sensoriales y emocionales que requieren un enfoque respetuoso y gradual para su abordaje".
Causas de la selectividad alimentaria

Existen múltiples factores que pueden influir en la alimentación selectiva en adultos:
Características sensoriales
Algunas personas tienen una percepción aumentada o disminuida de estímulos sensoriales, lo que puede hacer que texturas o sabores específicos resulten incómodos.
Experiencias negativas
Situaciones previas como atragantamientos o malestar gastrointestinal puede provocar que la persona rechace alimentarse de ciertos alimentos.
Necesidad de previsibilidad
Algunas personas evitan alimentos con variaciones de sabor o textura (como frutas o verduras frescas) y prefieren aquellos más estables, como productos procesados.
Condiciones gastrointestinales
Problemas como el síndrome del intestino irritable pueden generar malestar al consumir ciertos alimentos, reforzando la evitación y los problemas de alimentación.
Factores emocionales y psicológicos
El estrés, la ansiedad y experiencias traumáticas relacionadas con la comida pueden influir en la selectividad alimentaria y la motivación por probar nuevos alimentos.
Ambiente y hábitos adquiridos
La forma en que una persona ha sido expuesta a los alimentos desde la infancia juega un rol clave en su disposición a probar cosas nuevas.
¿Qué es el ARFID?

Cuando la selectividad alimentaria interfiere significativamente en la salud y la vida diaria, puede estar relacionada con el Trastorno por Evitación/Restricción de la Ingesta de Alimentos (ARFID, por sus siglas en inglés).
A diferencia de otros trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia, el ARFID no está motivado por preocupaciones sobre la imagen corporal, sino por hipersensibilidad sensorial, experiencias negativas previas o falta de interés en la alimentación.
Las consecuencias pueden incluir:
- Deficiencias nutricionales, que pueden llevar a anemia, debilidad muscular y alteraciones en el sistema inmune.
- Pérdida o dificultad para mantener un peso saludable, especialmente si la ingesta calórica es insuficiente.
- Problemas en la vida social, ya que compartir comidas en reuniones familiares o con amigos puede convertirse en una fuente de estrés y aislamiento.
- Complicaciones digestivas, como estreñimiento o problemas intestinales derivados de una dieta limitada.
Carolina señala que "entender que el ARFID no es una elección, sino un trastorno real, ayuda a generar empatía y estrategias efectivas para abordarlo".
Estrategias para ampliar la variedad alimentaria

Si bien la selectividad alimentaria puede ser un desafío, existen estrategias que pueden ayudar a ampliar la dieta de forma gradual y respetuosa:
Buscar apoyo profesional
Contar con un equipo interdisciplinario (nutricionistas, terapeutas ocupacionales y psicólogos) especializados en el tema es clave.
Exposición progresiva
Introducir pequeñas variaciones en alimentos familiares puede facilitar la aceptación de nuevos sabores y texturas.
Exploración sensorial sin presión
Tocar los alimentos, observar sus características y olerlos sin la presión de comerlos permite que el cerebro los procese de manera más amigable. Se puede empezar con alimentos que sean visualmente atractivos y de texturas menos desafiantes, para luego avanzar a opciones más complejas.
Participar en la preparación de alimentos
Involucrarse en la cocina aumenta el sentido de control y familiaridad con los ingredientes. Desde seleccionar los productos en el supermercado hasta preparar recetas simples, cada paso contribuye a reducir la ansiedad y aumentar la confianza con los alimentos.
Buscar alternativas nutricionales
Encontrar opciones con perfiles similares a los alimentos evitados ayuda a mantener una dieta equilibrada sin generar estrés.
Crear un ambiente positivo alrededor de la comida
Evitar comentarios negativos y presiones puede contribuir a una mejor relación con los alimentos.
Registrar avances y preferencias
Llevar un diario de alimentación para identificar patrones y momentos en los que se logra mayor flexibilidad alimentaria.
Usar técnicas de desensibilización
Como la terapia de exposición en pequeños pasos, que consiste en introducir gradualmente alimentos nuevos de manera controlada y sin presión. Se puede comenzar con observar el alimento, luego tocarlo, olerlo y, finalmente, probar pequeñas cantidades. También es útil combinar alimentos familiares con nuevas opciones para generar mayor aceptación.
Comprender la selectividad alimentaria en adultos es esencial para evitar juicios y fomentar estrategias adecuadas para una alimentación más variada. Como menciona Carolina, "la clave es el respeto por los tiempos y necesidades individuales, haciendo de la alimentación una experiencia segura y positiva". Con pequeños cambios y un enfoque adecuado, es posible mejorar la relación con los alimentos y la calidad de vida.
La selectividad alimentaria no debe verse como un capricho, sino como una condición que requiere comprensión y herramientas específicas para abordarla. Con el acompañamiento adecuado, cada persona puede encontrar un equilibrio que le permita ampliar su variedad alimentaria sin generar angustia o incomodidad.
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