¡Descubriendo Maravillosos bosques que son el patio de nuestras ciudades

 

Árboles nativos chilenos

¿Qué juegos disfrutan ustedes en los viajes en auto? ¿O cuáles jugaban de niños? En mi caso, recuerdo con cariño aquellos eternos y divertidos trayectos a Loncoche, en el sur de Chile, cuando era niña. "Veo veo" era infaltable, y adivinar personajes con preguntas de "sí" o "no" era uno de los favoritos. Entre juegos, canciones, pequeñas peleas y bocadillos, llegábamos finalmente a destino.

Hoy, los viajes transcurren entre conversaciones, miradas al paisaje, Waze, WhatsApp, lectura y, a veces, algunas discusiones de trayecto. Pero hay un juego que sigue siendo parte fundamental de mis viajes: algunos lo llaman el "culebrón cultural". La dinámica es simple: ¿Nombres de ciudades del mundo? ¿Nombres de marcas de ropa? ¿Nombres de árboles o arbustos nativos chilenos? Quillay... ¡sigue tú!

Aquí es donde surge una reflexión interesante: ¿Cuántos nombres de árboles nativos chilenos conocemos realmente? He escuchado muchas veces que es difícil identificarlos, ya sea porque no estamos expuestos a la naturaleza o porque no todos pueden viajar al sur de Chile y recorrer sus exuberantes parques nacionales. Pero hay algo que no me encaja: saber más nombres de marcas de autos que de árboles nativos no solo refleja una desconexión con la naturaleza, sino que también pone en evidencia un problema mayor.

 

El tesoro verde que tenemos frente a nuestros ojos

Bosque mediterráneo Chile

No es necesario ir a la Patagonia o a los grandes parques nacionales del sur para conocer la biodiversidad de Chile. Aquí mismo, en el corazón del país, se encuentra un tesoro natural invaluable. La zona central, entre la región de Coquimbo y O'Higgins, alberga el 60% de los pisos de vegetación de Chile. Y lo más relevante: el 75% de la población chilena vive en esta región, lo que significa que estamos rodeados de los ecosistemas más ricos y diversos del país.

Uno de los ecosistemas más singulares de esta zona es el bosque mediterráneo, también conocido como bosque esclerófilo. Este tipo de bosque está compuesto por árboles de hojas duras y perennes que se mantienen verdes todo el año, adaptados a inviernos lluviosos y veranos secos y calurosos. ¡Y no estamos solos! Los ecosistemas mediterráneos existen solo en cinco regiones del mundo: California, la cuenca mediterránea, Sudáfrica, Australia y Chile. Sin embargo, menos del 5% de estos bosques están protegidos a nivel global.

 

Un encuentro con la naturaleza y su fragilidad

Mi conexión con el bosque mediterráneo no fue inmediata. Crecí en la V región y, como muchos, conocí estos bosques a través de picnics, paseos a caballo y exploraciones por las quebradas. Recuerdo a mi madre contándonos historias: "Con este árbol, el quillay, mi abuela se lavaba el pelo", o "El litre hay que saludarlo con un escupitajo para que no dé alergia". Conocí al majestuoso belloto del norte, tan grande que necesitábamos cinco personas para rodear su tronco. Pero no fue hasta mis 16 años que comprendí la verdadera importancia de estos bosques.

Un megaproyecto inmobiliario amenazaba con destruir el Cerro El Boldo en Zapallar (hoy un santuario de la naturaleza) Fue entonces cuando supe que este bosque esclerófilo costero, a pesar de su pequeña extensión, tenía una importancia ecológica gigantesca. Ya que es una muestra muy especial de aquel ecosistema mediterráneo que cubre sólo el 2,2% de la superficie de tierra del planeta, pero cuentan con alrededor del 20% de especies de plantas existentes. Sin embargo, en Chile solo el 1% de estos bosques está protegido, comparado con el 20% del bosque templado lluvioso del sur.

 

Descubriendo y protegiendo nuestro entorno

 

Biodiversidad

 

La solución comienza con el conocimiento y la conexión con nuestro entorno. Existen muchos lugares accesibles en la zona central donde podemos descubrir y valorar estos ecosistemas en todo su esplendor. Algunos de ellos incluyen senderos bien señalizados, miradores y oportunidades para la observación de flora y fauna. Aquí te dejamos algunas opciones para explorar:

  • Santiago: Bosque Panul (La Florida), Parque Aguas de San Ramón (La Reina), El Arrayán (Las Condes), Cerro Manquehue (Vitacura), Cerro Renca (Renca), Cerro Chena (San Bernardo) y Quebrada de la Plata (Maipú). Estos lugares permiten acercarse a la biodiversidad sin salir de la ciudad y ofrecen rutas ideales para caminatas y excursiones cortas.
  • Región Metropolitana: Parque Nacional Río Clarillo, el área protegida con mayor diversidad de plantas en la región. Su ecosistema prístino permite observar especies nativas en su hábitat natural y disfrutar de una experiencia de inmersión en la naturaleza.
  • Valparaíso: Parque Nacional La Campana, la Quebrada del Tigre en Papudo, Puquén en Los Molles, Cerro Santa Inés en Los Vilos y el Jardín Botánico Nacional en Viña del Mar. Lugares que combinan biodiversidad y paisajes espectaculares, ideales para descubrir la flora característica de la zona central.
  • Concepción: Reserva Nacional Nonguén, Cerro Caracol y el Santuario de la Naturaleza Península de Hualpén. Espacios naturales de gran valor ecológico que permiten disfrutar de la belleza del bosque esclerófilo en el sur del país.

 

Una llamada a la acción

 

Flora chilena

 

Como dijo el gran Luis Oyarzún hace más de 60 años: "Los grandes árboles chilenos que sobreviven en las quebradas de la zona central -peumos, quillayes, lingues, avellanos- son los guardianes de las aguas, protectores de hombres, animales y plantas. Bajo su sombra crecen los helechos y cantan los pájaros. Dios y los hombres quieran preservarlos, amén, como a cosas sagradas".

Es hora de escuchar esta advertencia. Si el 80% de la población de Chile vive en la zona central y aquí se concentra el 72% de nuestras especies de plantas, ¡las probabilidades de reconectarnos con nuestro entorno son altísimas! Conocer y valorar estos ecosistemas es el primer paso para su protección.

Explorar nuestro entorno, aprender los nombres de los árboles y arbustos nativos, incorporarlos en nuestros jardines y apoyar iniciativas de conservación pueden marcar la diferencia. Porque, al final, ¡solo protegemos aquello que queremos y para eso, debemos conocerlo! ¡Hagamos que nuestro bosque mediterráneo sea parte de nuestras caminatas, conversaciones y juegos de viaje, para que las amenazas se alejen y nuestros pulmones verdes se agranden!

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